Nos pasa todo el rato: el coche se estropea, el vuelo se retrasa, paran a comer… y los huéspedes llegan horas tarde.
Siempre nos frustra, pero nuestro trabajo es atenderles a la llegada y a la salida.
Imagínate si fueras tú: a la espera de la llegada de los huéspedes, mirando las agujas de tu reloj apenas moverse. Cada minuto que pasa, sale más humo por tus orejas, y tu cara se pone más roja. Es agosto, un domingo, hace sol, puedes oler la playa, pero los huéspedes te están quitando una tranquilidad que suponías que te daba alquiler turístico.
Estás a punto de tirar la toalla cuando ves su coche acercarse. Te forzas una sonrisa mientras aparcan y les saludas con la mano.
Vaya manera de comenzar la estancia.
Búscate un gestor que se encarga de los imprevistos de este negocio. Llámanos